Boletín 202. Cirrosis Hepática

La cirrosis es el resultado de diversas enfermedades crónicas que afectan las células del hígado, y destruyen progresivamente su función y su arquitectura. En la Cirrosis, las células del hígado llamadas hepatocitos, mueren y son reemplazadas por tejido fibroso, que forma nódulos y endurece al hígado. Debido a que el hígado tiene una gran cantidad de funciones (Ver Boletín 155), la salud de las personas con cirrosis se va deteriorando progresivamente.
Dentro de estas funciones se encuentran:
– Regular el nivel de azúcar en la sangre. El azúcar o glucosa es la principal fuente de energía del organismo, el hígado se encarga de almacenar azúcar (después de las comidas) o liberarla según sea necesario. La insulina, hormona producida en el páncreas también ayuda en este control.
– Producción de proteínas que forman la estructura de músculos y tejidos, así como la formación y activación de vitaminas, indispensables para múltiples funciones.
– Además produce factores de la coagulación sanguínea como el fibrinógeno, la Vitamina K y la protrombina, y se encarga de “limpiar la sangre” al desechar substancias tóxicas.
Es por esto que cuando el hígado no funciona apropiadamente, se producen problemas de sangrado, problemas con el control de la glucosa, desnutrición por falta de proteínas y otros nutrientes, se les acumula líquido en el abdomen y en las piernas, y en casos severos intoxicación por substancias que no pueden ser eliminadas y dañan la función del cerebro (Encefalopatía hepática). Además se elevan las bilirrubinas y las personas toman un color amarillo verdoso (Ictericia). Los pacientes se sienten débiles, enfermos, se infectan fácilmente, no cicatrizan en forma apropiada y sangran con facilidad.
El hígado tiene una gran capacidad de regeneración, por ejemplo una persona puede donar parte de su hígado para que sea trasplantado a otra, o puede perder parte de su hígado por una lesión o una cirugía para retirarle un tumor y el hígado crecerá para recuperar esta parte. Esto es posible siempre y cuando el hígado esté sano. Esta capacidad de regeneración se pierde cuando el hígado está dañado por abuso de alcohol, obesidad severa, hepatitis por virus o por medicamentos, o sea CUANDO TIENE CIRROSIS.
El hígado puede ser dañado por múltiples causas, desafortunadamente la más común es el ABUSO EN LA INGESTA DE ALCOHOL Y LA OBESIDAD, el cual produce inicialmente una inflamación de las células, las cuales son reemplazadas por grasa (hígado graso), luego una destrucción o muerte de las mismas las cuales se convierten en tejido fibroso (Cirrosis hepática), lo que impide al hígado realizar sus funciones vitales.
Otras causas de daño hepático, son las infecciones por virus (Hepatitis viral), algunas de ellas como la Hepatitis A son relativamente benignas y permiten que el hígado se recupere por completo, pero otras como la Hepatitis B o C o la llamada Hepatitis crónica activa pueden llevar a destrucción progresiva del hígado. El uso de algunos medicamentos, y ciertas enfermedades inmunológicas pueden dañar al hígado también y producir Cirrosis. Otras causas poco comunes, son alteraciones de las vías biliares, y enfermedades por almacenamiento de metales en el hígado (hierro o cobre). Además la Cirrosis producida por Hepatitis Tipo B y C es la causa número uno de Cáncer de Hígado.
Afortunadamente la mayoría de las causas de Cirrosis son prevenibles, por lo que si tenemos unos hábitos saludables: EVITAMOS EL ABUSO DEL ALCOHOL, y MANTENEMOS UN PESO ADECUADO, así como EVITAR EL USO DE AGUJAS CONTAMINADAS (Esto es más común en personas que abusan de las drogas inyectadas) el riesgo de tener esta enfermedad es mínimo.

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