Aunque afortunadamente son raras, estas infecciones pueden producir problemas serios como destrucción del hueso o articulación afectada o incluso poner en peligro la vida del paciente.
Las bacterias llegan al hueso o articulación a través de la sangre, provenientes de una infección en otra parte del cuerpo, generalmente la piel, las vías respiratorias (garganta, faringe, pulmones), el oído etc. Cuando se realiza una operación, o en los casos en los que un hueso o articulación se exponen al medio exterior, por ejemplo fracturas en las que el hueso “se sale”, heridas que llegan a una articulación, etc. También cuando una infección de la piel, o músculos cercanos los afecta por su cercanía.
La mayoría de las infecciones son producidas por bacterias llamadas Estafilococos o Estreptococos. En los recién nacidos o en pacientes con sistemas de defensa alterados como en Diabéticos, Drogadictos, pacientes con VIH/SIDA, etc. otras bacterias conocidas como Gram Negativas pueden producir la infección. Aunque aun más raro, es posible que la infección sea producida por Hongos o por Tuberculosis.
Las manifestaciones clínicas son: Dolor, Inflamación, Fiebre, Limitación de la movilidad, ataque al estado general del paciente, Náuseas, falta de apetito, etc. Algunos de estos síntomas se pueden presentar en otras enfermedades como Artritis inflamatorias, Infecciones fuera de los huesos y articulaciones. Cuando la infección es producida por Hongos o Tuberculosis, generalmente tiene una evolución muy prolongada, el dolor es mínimo, no hay fiebre y generalmente acuden por inflamación del área afectada.
Es difícil hacer el diagnóstico, ya que las infecciones en huesos y articulaciones son poco comunes, por otro lado los datos clínicos que producen no son específicos y las radiografías generalmente no muestran los signos de infección durante los primeros 7-10 días. Por eso es muy importante que los médicos tengan en mente este tipo de enfermedades y además de las radiografías solicitar exámenes de laboratorio (sangre) y estudios de imagen como Resonancia Magnética o Ultrasonido para demostrar el sitio de la infección. Una vez hecho esto, se puede realizar una punción para obtener líquido y poder diferenciar entre una inflamación y una infección (Pus en el hueso o articulación).
Es indispensable hacer un diagnóstico temprano ya que las bacterias pueden destruir rápidamente el hueso o articulación. Una vez hecho el diagnóstico generalmente se requiere realizar una operación para retirar todo el tejido infectado y lavar el hueso o articulación, y una vez que se obtiene líquido y tejido para analizarlo, iniciar el manejo con antibióticos a través de las venas hasta que se controla la fiebre y posteriormente continuar con antibióticos tomados por la boca, hasta que se controla por completo la enfermedad, los exámenes de laboratorio se normalizan y los estudios de imagen muestran que ya no hay progresión de la infección.
Otro problema que complica este tipo de enfermedades, es que cada vez es más común enfrentarnos con bacterias que son resistentes a los antibióticos, esto es que no responden al uso de antibióticos comunes, y requieren del uso de una combinación de antibióticos y operaciones para poder resolver el problema. Por esto es muy importante limitar el uso de antibióticos a las infecciones que realmente las requieren, y así evitar que cada día tengamos mayor resistencia a los mismos.
Algunas de las posibles complicaciones o secuelas de estas infecciones son destrucción del cartílago de la articulación lo cual lleva a dolor crónico, limitación de la movilidad, etc. En los niños el cartílago de crecimiento puede ser afectado y producir diferencia en la longitud de las extremidades, cojera, etc. En otros la infección se puede hacer crónica.