Boletín 196. VIOLENCIA JUVENIL EN MEXICO
Esta semana la sociedad regiomontana, y la de todo el país se vió sacudida por la noticia de que un joven de 15 años, agredió con un arma de fuego a una maestra y a dos de sus compañeros, para luego suicidarse. Estos hechos son poco comunes en nuestra sociedad, y los conocemos principalmente a través de lo que ha sucedido en otros países.
No debemos dejar pasar esta tragedia, sin aprender de ella. Ya que este tipo de actos se pudiera repetir. Es posible que se haya tratado de una situación aislada, y relacionada con algún tipo de enfermedad o problema personal; sin embargo algunas evidencias indican que existen grupos que promueven este tipo de conductas.
La violencia afecta a una gran parte de los jóvenes en nuestro país, tanto como víctimas, y como victimarios. Según un reporte del Banco Mundial la violencia juvenil en México se triplicó en solo 3 años entre el 2008 al 2010. Cerca del 40% de los homicidios en el país afectan a los jóvenes, llegando a una tasa superior a 25 homicidios al año por cada 100,000 habitantes. Al mismo tiempo más de la mitad de los homicidios son perpetrados por jóvenes.
No hay duda de que existe una descomposición social, en donde la familia, que es el núcleo de la sociedad ha sufrido una desintegración severa en las últimas décadas. La tasa de madres solteras, embarazos en la adolescencia, divorcios, y violencia familiar han ido en aumento durante los últimos años, lo cual afecta a los niños y jóvenes que no reciben los valores tradicionales esenciales para su desarrollo personal y su inserción en la comunidad. Además de lo ya mencionado, otros problemas como el alcoholismo, la drogadicción, las pocas oportunidades de crecimiento y desarrollo para las clases marginadas de nuestra sociedad hacen que los jóvenes sean presa fácil de las organizaciones criminales que los usan a su antojo para cometer una serie de actos ilegales (robos, secuestros, narcotráfico, etc.).
Aunque obviamente nosotros no podemos cambiar un país entero, si es posible provocar un cambio que mejore las expectativas de nuestra juventud. Cada uno de nosotros tenemos la obligación de enseñarles a nuestros hijos los principios y valores éticos y morales, que les servirán como armas para enfrentar un mundo cada vez más complejo. La mejor manera de enseñarles es vivir nosotros mismos esos valores y ponerlos en práctica todos los días, como se dice comúnmente: Predicar con el ejemplo. Otra situación que debemos tomar en cuenta es que antiguamente solo teníamos que cuidar y conocer a los amigos de nuestros hijos; sin embargo ahora con los medios electrónicos y las diversas opciones de comunicación, nuestros hijos pueden estar en peligro aún en nuestra propia casa, por lo que es indispensable estar al pendiente de que es lo que nuestros hijos ven en sus computadoras o teléfonos celulares, ya que con solo presionar unos cuantos botones se puede tener acceso a muchos problemas. Incluso los llamados “videojuegos” tienen un gran contenido de violencia.
En resumen es indispensable hacerles saber a nuestros hijos que es lo que está bien y que no. También cuando sea necesario, se les debe de sancionar con amor, esto es hacerles ver que cuando cometen un error o se comportan en forma inapropiada habrá una sanción y que esta tiene como objetivo ayudarles a ser mejores personas, y que cuando estas acciones negativas afectan a un tercero, se debe pedir perdón y reparar el daño. Enseñarles que está permitido en nuestro hogar y en la convivencia con otras personas. Enseñarles como defender estos valores, respetar a los demás, y hacerse respetar. Tener una gran comunicación con ellos para de esta forma detectar cuando un problema se aproxima o está iniciando y no detectarlo demasiado tarde. Debemos dedicarles tiempo de calidad para poderlos guiar, que vean en nosotros un ejemplo y que sepan que cuentan con nosotros para ayudarles a resolver los complejos problemas con los que se han de enfrentar. Enseñarles que cada decisión o acto que ellos realicen tiene consecuencias, y que será su responsabilidad lidiar con ellas.
Si queremos cambiar nuestro entorno, nuestro país. Debemos empezar por cambiar nosotros mismos y ayudar a los que se encuentran cerca de nosotros a cambiar para ser mejores personas, mejores ciudadanos y así producir un impacto positivo en nuestra sociedad.
NO PERMITAMOS QUE NUESTROS JOVENES SIGAN SIENDO VICTIMAS DE LA VIOLENCIA