Boletín 115. El Hígado y sus Funciones

El Hígado es el órgano más grande del cuerpo y pesa alrededor de 1.5 kgs en el adulto. Se encuentra en la parte superior derecha del abdomen, la superficie superior está en contacto con el diafragma, este último divide al tórax del abdomen; su parte inferior está en contacto con el estómago, intestino y el riñón derecho. También en esta parte inferior se encuentra la Vesícula biliar, encargada de almacenar y concentrar la bilis producida en el hígado.
Tiene una circulación muy especial, ya que además de recibir la sangre para su nutrición por la arteria hepática y sacar la sangre por 3 venas; recibe también sangre de la vena porta, esta trae sangre rica en nutrientes desde el intestino, para que estos sean transformados y almacenados en el hígado, tales como azúcares, proteínas, vitaminas, etc. El hígado es como una fábrica que se encarga de transformar los alimentos en nutrientes indispensables para la vida.
El hígado tiene en su interior millones de pequeños espacios donde se produce la bilis, esta sale del hígado y se almacena en la vesícula biliar, la cual la envía al intestino delgado, generalmente después de ingerir alimentos. La bilis sirve para digerir las grasas en el intestino y facilita su absorción, así como la de la Vitamina K importante para la coagulación sanguínea.
Además de esto, el hígado tiene otras funciones como regular el nivel de azúcar en la sangre. El azúcar o glucosa es la principal fuente de energía del organismo y debe ser mantenida en niveles relativamente estrechos, el hígado se encarga de almacenar azúcar (después de las comidas) o liberarla según sea necesario, para mantener este nivel. La insulina, hormona producida en el páncreas también ayuda en este control. Otra función del hígado es la producción de proteínas que forman la estructura de músculos y tejidos, así como la producción y activación de vitaminas, indispensables para múltiples funciones. Además produce factores de la coagulación sanguínea como el fibrinógeno y la protrombina, y se encarga de “limpiar la sangre” al desechar substancias tóxicas.
Es por esto que cuando el hígado no funciona apropiadamente, se producen problemas de sangrado, problemas con el control de la glucosa, desnutrición por falta de proteínas y otros nutrientes, se les acumula líquido en el abdomen y en las piernas, y en casos severos intoxicación por substancias que no pueden ser eliminadas y dañan la función del cerebro (Encefalopatía hepática). Además se elevan las bilirrubinas y las personas toman un color amarillo verdoso.
El hígado tiene una gran capacidad de regeneración, por ejemplo una persona puede donar parte de su hígado para que sea trasplantado a otra persona y ambos fragmentos crecerán para recuperar la parte faltante. O una persona puede perder parte de su hígado por una lesión o una cirugía para retirarle un tumor y el hígado sano restante crecerá para recuperar esta parte. Esto es posible siempre y cuando el hígado esté sano. Esta capacidad de regeneración se pierde cuando el hígado está dañado por abuso de alcohol, obesidad severa, hepatitis por virus o por medicamentos, etc.
El hígado puede ser dañado por múltiples causas, desafortunadamente la más común es el ABUSO EN LA INGESTA DE ALCOHOL, el cual produce inicialmente una inflamación de las células, las cuales son reemplazadas por grasa (hígado graso), luego una destrucción o muerte de las mismas las cuales se convierten en tejido fibroso (Cirrosis hepática), lo que impide al hígado realizar sus funciones vitales. Todo esto también puede suceder en personas obesas.
Otras causas de daño hepático, son las infecciones por virus (Hepatitis viral), algunas de ellas como la Hepatitis A son relativamente benignas y permiten que el hígado se recupere por completo, pero otras como la Hepatitis B o C o la llamada Hepatitis crónica activa pueden llevar a destrucción progresiva del hígado. El uso de algunos medicamentos, y ciertas enfermedades inmunológicas pueden dañar al hígado también.
Afortunadamente aún en los casos en los que la función del hígado se destruye por completo, existe la posibilidad de un trasplante. Claro este es un proceso complejo, que implica conseguir un donador, una gran operación y múltiples medicamentos para asegurar que el hígado funcione a largo plazo y no sea rechazado por el cuerpo.

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